tiempo atrás los aeropuertos se consagraban con olor a déjà vu, sin importar el destino, o el motivo del viaje, cierto pesimismo me impedía comenzar la travesía con el optimismo que cara a la galería me caracteriza. Una vez en destino, las reacciones eran variables. Con el tiempo, y por suerte, estas nada alentadores procesos melancólicos han ido dejando paso a nuevas sensaciones.
Tengo a la espera varias maletas que están esperando que haga a la velocidad de la luz, como siempre, llegaré a la puerta de embarque con una crisis asmática y una vez en mi asiento, si llego, abriré ese libro que me hizo correr más despacio, y luego, me fundiré en una placentera siesta que me permita que las horas pasen más rápido y así, comience una nueva aventura.
mientras tanto, deajaré que Marwan me susurre al oído...