17 de setembre, 2010

China

Aunque más de uno lo viera como misión imposible..  no hablar por un mes fue una realidad.. de nada sirvieron las clases de inglés.. las señas domésticas.. las caras de hambre hasta el punto del dolor físico.. de nada sirvió señalar gráficos ininteligibles con la esperanza de un simple botellín de agua.
Pero ha sido fantástico, convertirme en un seudo indígena explorador que admiraba, estupefacta algunas veces y horrorizada otras tantas.

Los niños eran geniales.. con ellos jugaba en parques, semáforos y diversos lugares que no sabría pronunciar.. todo iba genial, hasta que un día en un metro se me ocurrió hacer un pequeño avión de papel para regalarle a dos pequeños niños que viajaban a mi lado. Error. En tierras donde la papiroflexia es moneda corriente, la indignación del pequeño ante semejante bazofia no hizo más que emanar lo mejor de él y en segundos convertir mi cacharro en un jet de última generación que no peco en mentir si digo que hasta tenía propulsores.

Es por esto y mucho más que agradezco a los 1300 millones de habitantes que me ignoraron, permitiéndome hacer de la odisea algo más complicada e increíble de lo que ya era.. a Memi por venirse desde tierras lejanas para compartir aunque más no fuese los primeros días.. y a nuestra Dra. por obligarnos a comer delicias que no existe intención de repetir.

Pero al igual que en televisión, el tiempo es tirano y volver una cuenta pendiente, que espero no tardar demasiado en cobrar.