Cuando pensaba, ya hace un par de años, que nadie me leía y que podía escribir bajo la ridicula máscara de saber que algo tan público era tan íntimo, me confiesas y disfrutas recordándome, que vos si me leés... me seguís, desde una ridícula y cuestionada penumbra que no me creo ni que exista... sabe a déjà vu esa sensación de que alguien tenga miedo de hablar y una sospecha de culpa lo paralice... puedes dejar de seguirme... estas son las últimas líneas que huelen a tí...
el tiempo se acabó... un masacrado señorito inglés de libros de instituto aseguraba que "conservar algo que me ayude a recordarte, sería admitir que te puedo olvidar"